Dos días después de que la supertormenta Sandy paralizó Nueva York, los habitantes notaron algunas señales de que la ciudad comienza a recuperarse.
El tráfico matutino pareció incluso más intenso que el de un día ordinario, luego que la gente comenzó a volver al trabajo en una ciudad sin servicio de trenes subterráneos. En algunas de las autopistas principales, el tráfico avanzaba a vuelta de rueda.
El alcalde Michael Bloomberg tocó la campana que marcó la reanudación de operaciones en la Bolsa de Valores, que inusitadamente suspendió sus operaciones por dos días.
Tal vez lo más prometedor fue que la gente esperara en las paradas de los autobuses, un indicio de que el transporte colectivo comienza a prestarse de nuevo, aunque el sistema del tren subterráneo y algunos túneles vehiculares seguían paralizados por las inundaciones que dejó Sandy.
Aunque parte del servicio de autobuses se reanudó y algunos puentes se reabrieron, los funcionarios del transporte reconocieron que no podían pronosticar cuándo volverá a correr el tren subterráneo, cuya red sufrió los peores estragos en sus 108 años de historia.
El impacto mortífero de la tormenta se volvió más evidente luego de que pasó lo peor. El número de muertos aumentó a 22 en la ciudad, incluidas dos personas que se ahogaron y una que falleció en su cama, cuando un árbol destruyó su apartamento. Un incendio arrasó hasta un centenar de casas en un vecindario anegado frente a la playa en Queens, mientras que los bomberos debieron usar lanchas para rescatar a mucha gente que quedó atrapada con el agua hasta el pecho.
En el Bajo Manhattan, que se quedó sin electricidad, el tráfico fluía por el Puente de Brooklyn pero se tornaba más lento al acercarse al centro.
Los autobuses reanudaron el servicio en forma parcial y son gratuitos, y la ciudad modificó las reglas de los taxis, para alentar a los conductores a llevar más de un pasajero a la vez.