“No lo puedo tolerar”

Para la actriz española Penélope Cruz, las desventajas que trae la fama son tan duras que se ha cuestionado si quiere seguir trabajando en la industria

Es muy común escuchar de los niños la frase “quiero ser alguien famoso” cuando se les pregunta qué desean ser cuando lleguen a grandes. Y es muy probable que Penélope Cruz también lo haya hecho, pero hoy, a sus 38 años de edad, irónicamente, la fama no es algo que la haga feliz.

Hace unos días, durante una conferencia de prensa realizada para promover la última cinta de Woody Allen, “To Rome With Love”, la actriz española comentó lo amarga que esta ha resultado en su vida.

“Luego de haberla experimentado en primera persona, lo único bueno que rescato de la fama es haberme dado cuenta de que la verdadera felicidad no está en ella”, dijo Cruz, quien no tardó demasiado en llamar la atención tanto por su talento como por sus atributos físicos.

Penélope Cruz tenía apenas 18 años de edad cuando causó furor por su actuación en la cinta “Jamón, jamón” (1992), dirigida por el director español Bigas Luna. Fue la primera vez que compartió pantalla con Javier Bardem, sin sospechar que mucho después se casaría con él y tendría a su lado un hijo llamado Leonardo.

Al año siguiente, se presentó su primera oportunidad de trabajar con Pedro Almodóvar, el director español más reconocido a nivel internacional. Lo hizo en “Carne trémula”, donde interpretó a una prostituta. De ahí siguieron buenos proyectos, como “Abre los ojos” (1997), dirigida por Alejandro Amenábar; su primera cinta en Estados Unidos, “The Hi-Lo Country” (1998); y en 1999 volvió a trabajar con Almodóvar en “Todo sobre mi madre”, un éxito comercial que recibió excelentes críticas.

En el 2000 volvió al set con “Las mujeres arriba”, y luego, en el 2001 , coprotagonizó con Tom Cruise la versión estadounidense de “Abre los ojos”, titulada “Vanilla Sky”. La crítica no fue muy favorable, pero le sirvió de vitrina en Holly-wood. Luego destacaron cintas como “Sahara” (2005), “Bandidas” (2006) -con Salma Hayek- y “Volver” (2006), lo que le dio el título de ‘Chica Almodóvar’, pues la producción fue dirigida por este cineasta manchego.

Pero la película que terminó de teñir de respeto artístico su nombre fue “Vicky Cristina Barcelona”, que le dio un Oscar en la categoría de Mejor Actriz de Reparto. Esa fue la primera vez que trabajó bajo la dirección de Woody Allen, y la segunda que compartió el protagonismo con Bardem.

Al hablar de cómo se sentía al trabajar de nuevo con uno de los directores más influyentes e icónicos de la industria del cine a nivel mundial, Cruz dijo que ser dirigida por Allen es un verdadero placer.

“He sido fan de su trabajo desde que era una niña y me hizo feliz de conocerlo. Me hizo reír todo el día, así que me sentí la chica más afortunada por pasar un tiempo con él. Confió lo suficiente en mí como para darme este hermoso personaje. Lo único malo es que siempre es muy cortito, porque las dos veces que he trabajado con él lo he hecho en tres semanas y me he quedado con ganas de más”, dijo entre risas.

En “To Rome With Love”, Cruz interpreta a una prostituta italiana que se aparece en la habitación de hotel equivocada y termina metiendo en problemas a un hombre casado y extremadamente ingenuo. Vale destacar su buen dominio del idioma italiano, que ya había usado en otras producciones.

Otra de las cualidades que Cruz rescata de Allen es la libertad que éste le da a sus actores en términos de improvisación.

“Es bastante liberador, pero también es una gran responsabilidad, porque no quieres arruinar nada, especialmente cuando estamos trabajando en otro idioma. Por ejemplo, en ‘Vicky Cristina Barcelona’, Javier y yo recibíamos las líneas en inglés y [Woody] nos pedía que las tradujéramos al español tal y como lo dirían nuestros personajes, pero no sabíamos si se iba a molestar con nosotros cuando leyera la traducción, porque nos la pasamos diciendo palabrotas”, comentó Cruz entre risas.

En su nueva cinta Allen entrelaza varias historias que ocurren en una misma ciudad: Roma. La historia central gira en torno a un cantante de ópera que no puede cantar en otro sitio que no sea la ducha. Después de mucho tiempo, Allen regresa a la pantalla interpretando al futuro consuegro del tenor. En otras historias figuran Roberto Begnini como un tipo que, sin entenderlo, se convierte de la noche a la mañana en alguien famoso, mientras que Ellen Page interpreta a una actriz que se mete con el novio de su mejor amiga.
En cada una de estas historias, el tema de la fama se trata directa o indirectamente. Allen, de 76 años de edad, señaló que no lo hizo conscientemente, y cuando comentó lo que es la fama para él, dijo: “Me siento como el personaje del chofer que sale en la película y dice: ‘La vida es dura y es dura seas famoso o no; pero si al final te dan para elegir, es mejor ser famoso, porque consigues mejores asientos en el juego de baloncesto, mejores mesas en el restaurante, y si llamas al doctor un sábado en la mañana, te va a contestar… Tú sabes, lujos que no consigues si no eres famoso. Ahora, no digo que sea justo, e incluso es algo desagradable, pero no puedo decir que no lo disfrute”.

Penélope Cruz dijo estar de acuerdo con Woody en que las ventajas que la fama trae pueden ser “injustas y desagradables”, pero además agregó que le resulta muy duro lidiar con algunas de las desventajas, “al punto de que muchas veces me he cuestionado si es que quiero seguir haciendo este trabajo. No me importa cuando me toman fotografías a mí, pero no soporto cuando toman fotografías de mi familia o cuando escriben sobre ellos, especialmente si lo hacen con los niños”.

“En los Estados Unidos no hay protección; puedes publicar caras de niños sin problema en las revistas, y yo estoy 100% en contra de eso”, concluyó la intérprete. Hay revistas que tienen páginas dedicadas a los hijos de los… [famosos]. No son bolsas (carteras), ¿saben? Eso no debería de estar permitido”, agregó.

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